Las cotorras urbanas se han convertido en algunos lugares en una especie invasora que requiere de campañas de control, de cara a que no sean perjudiciales ni campen a sus anchas. Se observan dos especies diferentes, la gris y la argentina, estas últimas más abundantes incluso que los loritos que se han ido naturalizando.
Las aves psitácidas (como los agapornis o las cotorras) son muy comunes como mascotas y muchas veces terminan volando sueltas, un riesgo implícito en la costumbre de permitirles el vuelo libre. Soltar nuestras aves domésticas para que luego vuelvan a casa puede acarrear el inconveniente de que algunas no lo hagan.
Pero el origen de la aparición de cotorras en libertad en nuestras ciudades no se debe en su mayor parte a que algunos ejemplares se escaparan de sus jaulas o sus dueños las liberaran por ruidosas. El tráfico ilegal y las fugas o sueltas masivas en almacenes y aeropuertos fueron la causa principal de las primeras bandadas.
Es falso que las cotorras sean la causa de la disminución de los gorriones en las ciudades. No está aclarado el origen de la casi extinción de estos en muchas urbes europeas, aunque se podría especular con la falta de agua limpia o de los insectos que les son necesarios para su crianza durante los meses de verano.
Para controlar las poblaciones de cotorras, COPLAGA ofrece reguladores naturales bastante eficaces, como las aves rapaces. Las cotorras son muy inteligentes, por lo que hay que actuar con profesionalidad y conocimientos para planificar la estrategia.
Si gestionas una administración local, tienes a tu cargo una comunidad de vecinos o simplemente quieres mitigar la excesiva presencia de cotorras argentinas en torno a tu casa (y quieres sumar el plus de emplear una técnica absolutamente sostenible como la cetrería), contacta con COPLAGA a los teléfonos 956 83 47 58 (para la provincia de Cádiz) ó 955 66 74 08 (para la de Sevilla).
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