Las cotorras son peligrosas para la salud pública, la seguridad, la higiene ambiental, la fauna y la flora endémicas, por lo que deben tomarse medidas preventivas y de control de estas aves. Las psitácidas o loros, grupo al que pertenece la cotorra, son uno de los más comercializados mundialmente, casi todas para ser vendidos en el negocio del mascotismo.
Desde 1986 hasta 2005, cuando se prohibió la importación de aves silvestres dentro de la UE, entraron de manera legal en España más de 200.000 cotorras. Por otra parte, un censo elaborado por SEO/Birdlife y la Sociedad Española de Ornitología estimó en 2015 que había más de 23.000 cotorras salvajes nacidas en libertad. Actualmente, ese número se incrementado en un 25 por ciento.
Una vez en suelo español, las cotorras aprendían a abrir sus jaulas y se escapaban o eran directamente liberadas por sus dueños por los cantos en las casas. Aunque no se puede determinar con exactitud las causas de su crecimiento tan elevado en las ciudades, se apunta a su elevada capacidad de adaptación y a una combinación de factores, como la facilidad de alimentarse en los núcleos urbanos o la ausencia real de depredadores, para explicar los motivos de su fortaleza, resistencia y aumento poblacional.
Las plagas de cotorras implican un alto riesgo para la salud de la población, ya que pueden ser transmisoras de afecciones gastrointestinales, al ser portadoras de parásitos y bacterias como el 'E. Coli'. Pueden ser igualmente transmisoras de otras enfermedades como la gripe aviar o la psitacosis, una dolencia que presenta síntomas similares a los de la neumonía.
A ello se suma que sus nidos son especialmente voluminosos y pesados, muy capaces de quebrar las ramas de los árboles, con el consiguiente peligro de caer sobre la vía pública y generar accidentes aparatosos. Por último, la presencia masiva de estos ejemplares en nuestras ciudades provoca mucho ruido por su canto, así como suciedad creada alrededor de sus nidos.
Todas estas amenazas exigen una gestión adecuada con la finalidad de salvaguardar la salud de los ciudadanos, y medidas urgentes para controlar este tipo de especies invasoras. Estas podrían resumirse fundamentalmente en dos. Por un lado, que los ciudadanos eviten alimentar a estos animales en la vía pública, lo que, junto a la ausencia de depredadores y su gran capacidad de reproducción y adaptación, son las principales causas de su crecimiento meteórico. Y por otra parte, que los organismos públicos lleven a cabo las adecuadas y periódicas acciones de control, desarrolladas por profesionales del sector.
En este sentido, la Administración debe adoptar medidas de control profesionales y permanentes en el tiempo, orientadas a un control eficiente y a tiempo, por lo que es recomendable el control y retirada de huevos en la época de anidación (sobre todo invierno) y la captura y reducción del número de ejemplares adultos.
Por tanto, si estás sometido a los inconvenientes que acarrean unas aves invasoras como las cotorras puedes ponerte en contacto con COPLAGA a través de nuestros teléfonos 956 83 47 58 (para la provincia de Cádiz) ó 955 66 74 08 (para la de Sevilla).
No hay comentarios:
Publicar un comentario