Resulta difícil establecer un catálogo exhaustivo de aves que pueden actuar potencialmente como una plaga en una ciudad. En los próximos artículos haremos un repaso por algunas de las especies más comunes, y que bajo ciertas circunstancias pueden ocasionar problemas de cohabitación con el ser humano.
La condición de “plaga” dependería de la presencia de factores con su localización, sus nidales o su número, entre otros. Arrancamos esta serie hablando de la paloma bravía.
Existe una cierta controversia acerca de si las palomas de vida libre urbana deberían ser clasificadas como una variedad (Columba livia domestica). Con la excepción de dos especies que son endemismo de las Canarias, las palomas bravías no están consideradas especie en peligro o sujeta a alguna medida especial de protección.
El ave más adaptada a la vida en la ciudad
La paloma es la especie de ave más adaptada a la vida en la ciudad y la que, principalmente por sus hábitos de nidificación en construcciones, genera más problemas, daños y riesgos para la salud pública.
La pérdida de actividad progresiva y el despoblamiento del medio rural español ha conducido a importantes cambios en el comportamiento y hábitats de las palomas, que han migrado y colonizado las ciudades. Han modificado sus hábitats alimenticios, hasta adaptarse a un omnivorismo a veces extremo.
La disponibilidad de censos con información sobre el número y densidad de la población de palomas y de su distribución por la ciudad debería ser una inversión esencial para afrontar un programa de gestión. Los problemas técnicos y costes, así como la necesidad de poder comparar datos entre diferentes ciudades, haría muy conveniente disponer de criterios normalizados.
El urbano, un hábitat más favorable que el rural
Las palomas han encontrado dentro de la ciudad los requisitos necesarios para sobrevivir en condiciones más favorables que en el medio rural: alimento, agua, refugio, y una ausencia y protección frente a depredadores. Su impacto en la salud pública es una cuestión importante para entender la necesidad de mantener las poblaciones en niveles demográficos compatibles.
Para una adecuada gestión conviene conocer qué microorganismos o parásitos son prevalentes en esas palomas, y compararlo con otras ciudades, así como estudiar los aspectos biológicos y de comportamiento que podrían tener relevancia en cadenas epidemiológicas de transmisión animal-hombre o animal-animal.
Es igualmente importante estudiar las eventuales correlaciones entre indicadores de enfermedad humana y animal. En todo caso habrá que mantener la lógica precaución para evitar contactos innecesarios. Otro aspecto a tener en cuenta debe ser es la vigilancia epidemiológica y la prevención de enfermedades animales. Algunos riesgos adicionales para la salud pública podrían ser las alergias, la exposición o picadura de parásitos o la contaminación de agua y alimentos, entre otros.
Daños sobre el patrimonio cultural y otros edificios
Un factor nada desdeñable son los daños sobre el patrimonio cultural. Pueden deberse a la acción mecánica directa de las palomas adultas y los polluelos sobre las estructuras, la indirecta por el peso del material acumulado en los nidos, la producida por el desarrollo sobre las fachadas de raíces de plantas que germinan sobre los nidos, la asociada al agua que penetra por las hendiduras y agrietamientos o la de las labores de limpieza de esas fachadas.
También puede haber daños químicos, debidos a la reacción entre los componentes de la orina y el excremento de las palomas con la piedra, que conduce a su progresiva disolución.
En edificios e instalaciones no protegidas, las palomas son capaces de generar desperfectos, pérdidas económicas y conflictos entre ciudadanos, entre ellos las humedades, el ensuciamiento y daños en elementos de fachadas y patios y en la ropa tendida, los gastos por limpieza de fachadas o los perjuicios en parques y jardines.
Programas municipales de prevención y control
Los problemas de cohabitación en la ciudad entre las personas y las palomas han llevado a que numerosos municipios diseñen y ejecuten programas de prevención y control. En este sentido, las administraciones locales deben implicarse en el problema, aplicando criterios preventivos proactivos, y en su caso medidas para aliviar situaciones puntuales de riesgo o daño.
Entre estas medidas se deben incluir un censado de la población de palomas, y subprogramas de información y participación ciudadana (con la gestión de las fuentes de alimentación), de prevención y control de nidificaciones en edificaciones, de captura de palomas y de vigilancia epidemiológica. Otras actuaciones pasan por el uso de elementos que inducen la huida o el desalojo de las palomas, lo que implica el empleo por ejemplo de técnicas de cetrería.
Si quieres contar con una empresa que contempla todos estos aspectos a la hora de desarrollar su estrategia para el control de la presencia de palomas en el medio urbano, ponte en contacto con COPLAGA a través de nuestros teléfonos 956 83 47 58 (para la provincia de Cádiz) ó 955 66 74 08 (para la de Sevilla).
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