La paloma torcaz, un ave frecuente en España, no está incluida dentro de los catálogos nacionales o regionales de protección. En general, un animal está en situación de plaga cuando está en una ubicación no aceptable en términos de salud, generación de daño o riesgos. Con las torcaces no se da, aunque sí pueden causar molestias por un aspecto muy concreto: sus excrementos.
Las torcaces no anidan en edificaciones e instalaciones, lo que limita extraordinariamente los riesgos y molestias o daños por su presencia. Como máximo se posan temporalmente en tendidos y partes elevadas de las edificaciones. Prefieren como hábitats zonas forestales tranquilas, alejadas de edificios y de la actividad humana.
No comen alimentos suministrados por los vecinos, por lo que no se aglomeran ni generan conflictos. Prefieren una alimentación basada en los granos y los productos vegetales, y no en la basura.
Las torcaces aprecian la independencia, y por tanto rehúyen el contacto próximo con el hombre. Esto hace más difícil eventuales riesgos de transmisión de enfermedades. Por lo que se conoce no serían portadoras de agentes infecciosos o parasitarios de relevancia, ni han estado implicadas en brotes documentados.
En conjunto se registra una baja cantidad de incidencias comunicadas por parte de vecinos. Estas se deben al número cada vez más frecuente de palomas torcaces en las ciudades y sobre todo a conflictos relacionados con sus depósitos de excrementos, en ocasiones especialmente voluminosos, sobre todo en la vertical de sus nidos. Las aves orinan y excretan simultáneamente, lo que explica el carácter más corrosivo y voluminosos de sus excrementos.
Aunque no puedan considerarse por tanto un ave plaga, y probablemente a día de hoy no sean precisos programas municipales especiales, hay cuestiones a considerar en la gestión de los espacios verdes y la salud pública de las ciudades para vigilar a sus poblaciones y reducir el nivel de molestia potencial para los ciudadanos, facilitando la “cohabitación”.
En este sentido, habría que contemplar los posibles conflictos por la caída de excrementos sobre bancos o vehículos aparcados. Igualmente habrá que prever los eventuales daños en parques y jardines, así como evitar la posible mortalidad accidental de estas aves por colisiones sobre construcciones e instalaciones.
En definitiva, con las palomas torcaces no se llega al nivel de alerta de otras aves, pero para atajar posibles factores de molestia para los ciudadanos, una opción de garantías es ponerse en contacto con COPLAGA a través de los teléfonos 956 83 47 58 (para la provincia de Cádiz) ó 955 66 74 08 (para la de Sevilla).
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